jueves, 9 de abril de 2009

Nacimos para volar

Dr. Hyung Jin Moon (*)
“Son demasiadas las personas que entran en esa trampa de pensamiento y es tan importante que cada vez que entendemos, cada vez que vemos aparecer estas ideas en nuestra mente, deshacernos de ellas de forma inmediata. Es muy importante, porque los pensamientos que tenemos, proyectados hacia el futuro, fijan los límites de nuestra vida. Si tenemos este tipo de pensamientos limitados, pensando sobre nosotros mismos como derrotados, o mediocres, como nada especial, entonces no vamos a poder lograr nada, no podremos hacer sustancia esas semillas de grandeza que Dios ha plantado dentro de nosotros. Es muy importante entender esto, porque aún un solo pensamiento negativo persistente puede robar nuestro destino, puede robar nuestra alegría, puede robar nuestro potencial.

Es tan importante que sepamos que cada vez que escuchamos siquiera una sola palabra que diga: "No tengo lo que se necesita", que la eliminemos muy rápidamente de nuestras mentes. Es tan importante que seamos rápidos para reaccionar ante este tipo de circunstancias y, que cada vez que surjan esos pensamientos los quitemos de nosotros. Cuando mantenemos nuestras mentes mirando hacia el futuro, es tan importante que veamos nuestra vida volviéndose mejor, que nos veamos moviéndonos y superando obstáculos, que nos veamos moviéndonos superando las circunstancias, superando dificultades, teniendo éxito en el camino hacia la victoria.

Oí una historia muy interesante llamada "El avestruz y el águila". Había un hermoso nido de águila y el águila estaba posada allá arriba. De alguna manera uno de los huevos del águila cayó en un nido de avestruz. Y como se pueden imaginar, el avestruz madre llegó y vio este simpático huevo y pensó: "Es uno de mis huevos", y se sentó sobre el y lo nutrió con su calor de madre. Eventualmente, salieron todos los avestruces bebé. Y, por supuesto, había un bebé avestruz muy poco común. Tenía el aspecto de algo que vuela en el cielo. Pero ella no prestó atención y dijo: "Son todos mis hijos. Me encanta este hijo por lo que voy a criarlo igual que todos los demás".

Ellos anduvieron por la vida. Los avestruces corrían rápido, pero siempre estaban mirando la tierra, buscando insectos y pequeños restos, y siempre que había algo que los asustaba, ellos ponían sus cabezas en la tierra. Un día una sombra enorme flotó sobre ellos y se llenaron de miedo. Los avestruces hicieron exactamente como sus instintos les dictaban y comenzaron a enterrar sus cabezas en la tierra. Y este avestruz águila, que fue criado con esta familia, comenzó a intentar enterrar su cabeza en la tierra. Pero no pudo hacerlo. Él no tenía lo que se necesitaba para empezar a enterrar su cabeza en la tierra. Él se golpeó en una roca y alzó la vista completamente mareado y vio este hermoso y majestuoso pájaro flotando en el cielo. Y oyó el grito de esa águila y algo retumbó en su corazón, revolviendo su interior. Y dijo: “¡Espera un minuto! Ese sonido es tan familiar para mí”. Y soltó un grito y se dio cuenta: "¡Eh! ¡Puedo hacer eso, puedo gritar como esa águila!” Y comenzó a agitar sus alas cada día. Al principio no podía levantar vuelo, pero cada día renovaba los intentos, hasta que un día comenzó a elevarse más y más alto. Antes él solía mirar la suciedad, chirriando, buscando restos e insectos, pero ahora volaba en los horizontes, viendo el sol brillante y mirando el cielo infinito.

Y es tan importante que en nuestras vidas entendamos que Dios nunca nos creó para ser un avestruz. Él nos creó para ser águilas, para ser majestuosos, para ser audaces, para ser encantadores y atractivos; para ser poderosos y elevarnos a grandes alturas. Es muy importante que como Familias Bendecidas empecemos a vernos a nosotros mismos no como avestruces que corren de un lado a otro tratando de encontrar un pequeño insecto sobre el terreno, sino vernos como águilas, que volamos y planeamos en cielo. Cuando miramos nuestro futuro, encontramos nuevos horizontes y nuevas tierras por descubrir.

Es posible que en nuestras vidas tengamos fracasos. Es posible que tengamos pensamientos (negativos) que continuamente se repiten en nuestras mentes. Entonces es importante formular la pregunta: "¿Quién me dijo que nunca lo voy a lograr?" O: "¿Quién te dijo que tú nunca tendrás lo que se necesita para lograrlo? ¿Quién te dijo que nunca vas a mejorar? ¿Quién te dijo que fracasarías y volverías arrastrándote?" (Refiriéndose al águila).

Cuando empezamos a oír estos pensamientos tipo avestruz, tales como: "Nunca lo lograrás”, “No tienes lo que hace falta”, “Vas a fracasar”, “No vas a poder atravesar esta dificultad”, “Eso va a durar siempre”, “Nunca se va a terminar"; es tan importante decir: "¡Ey! ¡Un momento! ¡Dios nunca me creó para ser un avestruz!”. Hay que deshacerse de esos pensamientos tipo avestruz y empezar a poner nuevos pensamientos tipo águila en nuestra mente. “Dios me hizo para ser un águila”, “¡Se supone que debo volar”, “Se supone que debo volar alto y planear!””

(*) Hyung Jin Nim, Presidente de la Federación de Familias para la Paz y Unificación Mundial, Seúl, 7 de junio de 2008.

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