sábado, 6 de marzo de 2010
"Para que haya paz se necesita un cambio del corazón"
Extractos de un discurso de Sun Myung Moon
Seminario en Las Vegas (EEUU), 16 de diciembre de 2009
“He orado mucho e intensamente durante la noche, como durante las noches
más oscuras cuando estaba en la cárcel, para descubrir cómo ayudar al pueblo de
Estados Unidos a que se dé cuenta de que Dios es nuestro Padre Celestial
viviente y que el Mundo Espiritual es real. Sin Dios, no hay manera de que
podamos rescatar a los Estados Unidos de una cultura egocéntrica e
individualista, que está lejos de la verdad”.
“He visto muchas, muchas personas que pierden su tiempo y su dinero aquí en
Las Vegas, pero aún deseo ayudarlas y ayudar a los Estados Unidos. Después de
todo, no puedo olvidar nunca el hecho de que fueron soldados estadounidenses
quienes me liberaron de una prisión comunista e impidieron que mi patria cayera
en una tiranía. Siempre amaré a Estados Unidos profundamente. Sin embargo,
puedo ver que en muchos aspectos, el clima moral en este país está empeorando”.
“Estamos viviendo en una época en que todo se volverá claro. Se puede
utilizar la red de Internet para encontrar casi cualquier cosa, incluso las
cosas que la gente prefiere que permanezcan ocultas. ¡Cuánto más se conocerá la
verdad del mundo celestial cuando aprendamos a utilizar en el modo correcto
nuestras habilidades dadas por Dios! Todos debemos vivir vidas de pureza y
transparencia”.
“¿Cómo podemos entonces crear un mundo de paz? Hoy estamos hablando del
establecimiento de las Naciones Unidas tipo-Abel. ¿Qué significa eso? Será un
mundo donde las grandes naciones, como EEUU, Rusia y China, en lugar de
invertir miles de millones en armas y tecnologías de defensa innecesarias,
comprendieran que Dios está esperando con gran pesar que todos sus hijos
vuelvan a Él en paz”.
“Ahora Dios necesita desesperadamente hombres y mujeres buenos para
construir Su Reino. Sin embargo, las naciones del mundo están perdiendo su
tiempo y esfuerzo en ejércitos y armas, y las familias se están desintegrando
porque las personas no están honrando al verdadero amor, la vida y el linaje
que Dios quiere darnos a todos nosotros. Si ustedes conocieran la profundidad
de lo que estoy diciendo, se quedarían despiertos toda la noche para leer mis
palabras y ponerlas en práctica”.
“Esta tarea comienza con cada familia y con cada pareja. El Cielo que
conozco no es un lugar que alguien puede ir por sí mismo. Usted mismo y su
cónyuge deben convertirse en verdaderos padres, y cuando multiplican con éxito
familias de paz, esta nación y el mundo van a tornarse pacíficos también”.
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