Conferencia sobre liderazgo y motivación
“Nuevo paradigma de liderazgo y motivación” fue el título de la disertación que brindó el Embajador para la Paz, Luis D’Angelo, el 16 de septiembre, en la sede de la Federación para la Paz Universal (UPF), en Buenos Aires. El conferencista -Licenciado en Ciencias de la Comunicación y expositor en distintas temáticas, como prevención de adicciones, cooperativismo y responsabilidad social empresaria- hizo su alocución a través de un power point, con conceptos claros e interacción con el público. A continuación una reseña de lo compartido.
No se puede hablar de “liderazgo” si no somos capaces de construir puentes. El líder acerca a la gente, a su grupo de trabajo. Otros construyen murallas y son prácticamente infranqueables. Los verdaderos líderes construyen puentes. Vivimos en un mundo globalizado. Todo está intercomunicado. La información construye puentes, nos acerca y un líder debe estar globalizado, tiene a su disposición telefonía celular, computadoras, Internet, y esto es una muy buena herramienta.
Muchas veces escuchamos que la sociedad está convulsionada, que todo está mal, que tenemos inflación, que falta el trabajo, que hay inseguridad, que hay hambre. Frente a estos problemas el líder dice: “Yo tengo algo para hacer”. El liderazgo construye seguridad, estabilidad. No es lo mismo ser líder que ser jefe. Un líder es alguien que está descontento con una situación y dice: “Tengo cosas para hacer”.
El líder reacciona “distinto” a otro que vive la misma situación o alguien que tiene problemas en su casa y dice: “Esto no puede seguir”. No se debe confundir ser jefe, con ser líder o con los títulos que uno tenga o con la posición económica. Es un error muy frecuente. Liderazgo es cuando alguien que tiene una visión encuentra gente que quiera acompañarlo, que quiera seguirlo, alguien que dice: “A mí me interesa la propuesta y quiero ayudarlo”. Alguien que diga: “Yo quiero ser parte de ese proyecto”.
No hay llaneros solitarios, porque todo es global. Nada se logra estando solo, todo se logra en equipo. Influir en alguien es liderar. ¡Preparémonos para influenciar bien!, porque también podemos influenciar mal. Una persona que no reacciona ante una situación de corrupción, está influenciando mal. Esto nos puede pasar con nuestros hijos o en la empresa: Saber que las cosas no están bien y no hacer nada para cambiarlo.
Liderazgo es cuando la gente sigue a un líder y lo siguen porque da confianza, porque tiene una visión. No es por títulos o status, es la convicción en sus propósitos. Deben recordar esta frase: “Si alguien cree que es líder y cuando se da vuelta nadie lo está siguiendo, no es un líder, solo salió a caminar, a dar un paseo”.
Cuando una familia tiene un proyecto, los hijos tienen que querer seguirnos, si no ocurre, no somos buenos padres, no somos sus líderes. Lo mismo pasa con las empresas, con los emprendimientos. Todo líder debe tener una visión y saber comunicarla. Toda visión debe tener acción. Por ejemplo, hay gente que tiene una visión, y 10 años después la sigue teniendo, y 20 años después sigue con la visión, pero no tiene “la acción”. No hizo nada. Tiene el mismo sueño increíble, pero no quiso compartirlo por miedo a que se lo roben.
¡Cuántas empresas terminaron cuando su dueño murió! Harry Truman, ex presidente de EEUU, dijo: “Puedes lograr cualquier cosa que quieras en la vida, siempre que no te importe quien se lleve el crédito”. La prueba del líder es esa: ¿Quieres que se cumpla la visión o quieres llevarte el crédito? Somos tan egoístas que frenamos una visión por miedo a que el crédito se lo lleve otro: “Si no lo hago yo, no lo hace nadie”.
Si sos un buen líder, la gente te empuja para arriba; si sos malo, la gente te empuja igual, pero para afuera. Es la diferencia entre un “líder corcho o tapón” y un “líder escalera”. ¿Qué líder quieres ser? Preocúpate por ser “el mejor”, porque nunca se podrá evitar que la gente crezca. Todos tenemos una capacidad y un buen líder es el que sabe formar equipos de trabajo, donde todos estén asociados a la visión, a la misión y así se puede cumplir el mismo cometido.
Stephen Covey, en uno de sus libros, dice: “No hay ningún paso en el liderazgo hasta encontrar el propósito. Sin propósito, no hay liderazgo”. Rick Warren cita en su libro “Para qué te hizo Dios”, que todos tenemos un talento, y es función del líder saber encontrarlo, descubrir qué capacidad tiene cada uno.
Un líder debe saber escuchar a su equipo de colaboradores. Muchas veces, cuando está arriba no quiere que nadie le venga a decir nada, y esto no es bueno. Un líder debe saber escuchar. Lo peor que le puede pasar a un líder es estar aislado, porque terminamos como esos presidentes que le cuentan otra realidad. Tenemos que saber que el liderazgo aísla. La gente no le dice lo que piensa al líder, le tiene miedo, como a un dictador, y eso no es bueno.
Un líder debe influenciar con sus ideas, con sus hechos. Su vida debe ser exactamente igual a lo que predica. Si hay un divorcio entre lo que hace y lo que dice, eso desgasta al líder. Se le pierde el respeto cuando hace algo diferente a lo que se dice. Liderazgo es influencia y liderar no tiene que ver con el carisma, tiene que ver con el carácter. ¿Qué pienso? ¿Qué digo? ¿Cómo lo digo? ¿Qué hago y con quien lo hago? Cuando uno va a un curso sobre liderazgo, escucha: “¡Vamos que vos podes! ¡Si lo querés lo logras!” ¡Mentira! Si no lo crees, si no lo vivís, si no se tiene credibilidad en lo que se hace, nadie te va a seguir. Para ser líder hay que ser creíble. La credibilidad la da el carácter y no el carisma. Uno puede tener el mejor de los currículum, pero eso está bien hasta que a uno lo conocen, conocen a su familia. Tiene que ver con qué imagen mostramos. Si somos creíbles.
La sociedad de hoy necesita líderes, pero hay que tener en claro que la gente sigue a personas, no a programas. Recuerden que el que cree que es líder y nadie lo sigue, solo salió a caminar. Un líder debe tener las siguientes características: Tiene que tener un mensaje, tiene que tener una visión, tiene que tener un propósito. Tiene que tener un estilo digno de vida, fe en el proyecto que haga que los demás lo imiten. Líder es quien diga: “Yo voy a hacer esto”. Y los demás dicen: “¡Guau!” “Yo quiero hacerlo con él. No quiero quedar fuera”. Y para eso hay que saber formar un buen equipo. Hay muchos que se ponen en el papel de líder y dicen: “Yo quiero mandar, pero no quiero exponerme a la confrontación con los demás”. Para eso hay que armar un equipo. Para armar un equipo hay que abrirse. Hay que compartir la visión. Hay que tener ganas de hacerlo. El equipo de trabajo debe saber que va a tener al líder siempre.
Un paradigma puede ser aprendido, pero no se nace líder. Uno se prepara para ser el mejor líder. No hay nadie que pueda arrogarse y decir: “Yo ya no puedo crecer más. No hay nada nuevo que yo pueda aprender”. Cuando uno cree que deja de aprender, deja de enseñar, deja de ser líder.
Recuerden que hay que trabajar más inteligentemente que arduamente. El trabajo duro no produce resultados. El trabajo inteligente produce buenos resultados. Al equipo de trabajo hay que entrenarlo constantemente. ¿Cómo entrenamos a nuestra gente, para que sean exitosos o para que fracasen? Me llamó la atención, y lo quiero compartir como ejemplo. ¿Saben cómo se entrenan a las ballenas? Primero: Buscan un premio, un pescadito. No hace falta que sea grande. Segundo: Se entrena donde no pueda fallar. Si el truco es saltar la soga, se empieza con la soga al ras del agua. Si salta, hay un pescadito. Tercero: Cuando supera la prueba, le van levantando la soga. Cuarto: Se premia el “éxito” y no “el intento”. Si fracasa, no hay pescadito. Quinto: Se vuelve al objetivo anterior y no termina un día sin su premio. Lo mismo debemos hacer con las personas, llevarlas a la altura donde no fracasen y después elevar el nivel. Premiar cuando llegan al objetivo y bajar la exigencia cuando no llegan al objetivo. Nunca terminar el día con un fracaso.
Otro ejemplo es la historia de Nehemías (444 AC), “el reconstructor de murallas”. Reconstruye las murallas que habían estado derrumbadas por más de 100 años, en solo 52 días. La muralla era la defensa del pueblo, algo muy importante para la época. El Rey Artajerjes había prohibido que el pueblo de Dios reconstruyese las murallas en Jerusalén. Nehemías era copero del Rey Artajerjes, pero un día tuvo su oportunidad. El rey le preguntó: “¿Que te pasa? ¿Qué puedo hacer por vos? Como buen líder, Nehemías, no desperdició la oportunidad y le dio un detalle acertado de toda la situación. Había estudiado desde hacía mucho tiempo atrás como construir la muralla. Eso es algo que debe hacer un líder: Estudiar bien la situación. Un líder se prepara para las oportunidades y no para el fracaso. Hay que seguir adelante, a pesar de los temores. Nehemías tenía miedo, pero lo afrontó y tuvo victoria. Llevó a cabo su visión.
Hay que saber establecer una meta. Si uno apunta al aire, seguro le pega. Si uno no sabe dónde va, cualquier camino lo lleva, pero no va a alcanzar la meta. Un líder debe saber tres cosas: Primero: ¿Qué quiero hacer?; Segundo: ¿Cómo lo voy a hacer?; Tercero: ¿Con quien lo voy hacer?
“Lo bueno es el peor enemigo de lo mejor”, dice Jim Collins en uno de sus libros. No tenemos servicios de excelencia porque tenemos buenos servicios.
Ser líder es como manejar un colectivo. ¿Para qué tengo un colectivo? Para llevar gente, pero para tener un liderazgo de excelencia, ¿qué hay saber? Primero: ¿A quién subir al colectivo?; Segundo: ¿A quien bajar? No se puede trabajar con todos. No se puede estar bien con Dios y con el diablo.
¿Qué hizo Noé que no pudo bajar a nadie del arca? No se fijó donde ponía a los animales salvajes, como los leones, los cocodrilos; pero si tuvo especial cuidado donde ponía la jaulita del pájaro carpintero, porque un pájaro carpintero dentro de un arca de madera, era más peligroso que una tormenta. Tu tarea como líder es identificar quién es el pájaro carpintero. Y cuando lo sepas, es mejor decirle que se baje del colectivo ahora. El mejor momento para despedir a una persona es antes de tomarla. ¿Para qué tener una persona que no ayuda al proyecto? Si, hay que ayudarlo, pero “desde afuera”. Lo mismo que trabajar con la familia. Hay que ayudar, pero si no son competentes para trabajar en el proyecto, se los ayuda desde afuera.
Recordemos los tres consejos para manejar un colectivo. Primero: La gente adecuada adentro; Segundo: La gente inadecuada abajo; Tercero: Sentar a la gente en el lugar adecuado. Si uno tiene a la gente adecuada adentro, a los inadecuados abajo y la gente sentada en el lugar correcto, no hay forma que se impida que se llegue del punto “A” al punto “B”. Hay que tener el mejor equipo de trabajo, pero tener a la gente sentada en el asiento indicado no es todo, sino que, la gente esté subida al colectivo por el destino final y no por el “recorrido”. Si la gente está subida por el “recorrido” y no por el “destino final”, si algún día hay que cambiar de recorrido, la gente te va a dejar solo. Como líder hay que comunicar siempre los cambios.
Jack Welch explica en su libro que después de hacerse cargo de General Electric en su peor momento, la empresa sólo tenía gente. No tenía dinero, ni contratos. Pensando si había hecho una buena elección, se va a tomar un café con su esposa y anoto en una servilleta cuatro modelos de supervisores: A quién subía y quién bajaba del colectivo. Y describió cuatro modelos. Primer Modelo: Aquella persona que cumple todos los objetivos y está alineada con la visión de la compañía. ¿Qué hago con este empleado? Lo dejo, es fácil. Segundo Modelo: Aquella persona que no cumple ningún objetivo y no está alineada con la visión de la compañía. ¿Qué hago? También es fácil, lo bajo del colectivo. Tercer Modelo: Aquel que no cumple los objetivos, pero está alineado con la visión. ¿Qué hago? Me siento, le hablo, lo direcciono. Cuarto Modelo: Aquel que cumple con todos los objetivos, pero no está alineado con la visión. ¿Qué hago? Jack Welch dice: “A este no te podés dar el lujo de tenerlo en el proyecto, porque éste es el pájaro carpintero”.
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