viernes, 12 de febrero de 2010
Naciones Unidas y conflictos religiosos
Por Antero Flores-Araoz, UPF-Perú (*)
En este mundo globalizado e intercomunicado,
muchos estimaron que los conflictos de origen religioso, cultural y étnico eran
cuestión de historia, y que el devenir de los tiempos había superado la
posibilidad de nuevas confrontaciones con tales motivaciones. Craso error. Los
últimos tiempos nos han demostrado que siempre hay posibilidades beligerantes
por tales causas, como lo ocurrido en los Balcanes, así como lo que acontece
entre Israel y Palestina, por señalar sólo algunos lugares y sin perjuicio de
los que enfrentan a musulmanes y cristianos en otras latitudes.
Ante la génesis de conflictividad con
las motivaciones señaladas, la ONU
ha prestado singular atención y en diversas resoluciones se ha ocupado del
tema. En efecto, en el quincuagésimo séptimo período de sesiones de la Asamblea General ,
en el 2002, aprobó la
Resolución 57/6, en que se insta a promover una cultura de
paz y no violencia, y al mismo tiempo alienta a las autoridades nacionales a
fomentar la comprensión mutua, la tolerancia, la formación cívica, los derechos
humanos y la promoción de una cultura de paz.
Posteriormente, en el quincuagésimo
octavo período de sesiones, la
Asamblea , mediante Resolución 58/128, reconoció que "en
muchas partes del mundo están aumentando los casos graves de intolerancia y
discriminación basados en la religión o en las creencias. En particular, actos
de violencia, intimidación y coerción motivados por la intolerancia religiosa,
que amenazan el goce de los derechos humanos y las libertades
fundamentales". Por tal motivo exhortó a los Estados a velar por el
respeto a las distintas religiones y creencias y a no discriminar a quienes
profesan otras religiones, y a que ofrezcan toda la educación o capacitación
que sea necesaria y adecuada.
En la misma dirección, en la Resolución 61/221,
aprobada en el sexagésimo primer período de sesiones de la Asamblea General
titulada "Promoción del diálogo, la comprensión y la cooperación entre
religiones y culturas en pro de la paz", en el año 2006, reconoció que el
diálogo interreligioso e intercultural, tiene naturaleza compleja y
multidimensional, entre otras razones, por su vinculación con las áreas de paz
y seguridad. Destaca la contribución de la Declaración de Bali
sobre el fomento de la armonía interreligiosa en la comunidad internacional, el
Congreso de Dirigentes de Religiones Mundiales y Tradicionales, el Diálogo
entre el Islam y el Cristianismo, la Cumbre Mundial de Moscú de Dirigentes Religiosos
y el Foro Tripartito sobre cooperación interconfesional para la paz. Pero lo
más importante, más allá de las simples declaraciones enunciativas y formales,
fue la disposición para que el Secretario General de las Naciones Unidas
designe un centro de coordinación en dicha Secretaría que se encargue del
diálogo interconfesional.
En el sexagésimo segundo período de sesiones
de la Asamblea
General fue aprobada la Resolución 62/90, a fines de 2007, por la que se
toma conocimiento de la designación de la Oficina de Coordinación y Apoyo al Consejo
Económico y Social del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Secretaría General
para que actúe como centro de coordinación, contribuya al proceso
intergubernamental, instando al comienzo efectivo de sus operaciones. Sin
embargo, aún no se ven resultados concretos, pese que la Resolución 63/22, en el
sexagésimo tercer período de sesiones realizado en noviembre de 2008, se
ratificaron sus términos.
Si bien es cierto que las Naciones
Unidas aparentemente otorgan importancia al diálogo interreligioso, en aras de
propender a la paz en el mundo, no es menos cierto que la mayoría de sus
resoluciones han sido meramente declarativas, esperándose que la Oficina de Coordinación y
Apoyo antes referida, cumpla con la tarea que le fue encomendada. Es hora de un
trabajo efectivo para el diálogo, la comprensión y la tolerancia entre los
diferentes credos, dejando atrás los simples enunciados en los que nos ha
tenido acostumbrados la ONU
en sus diversas resoluciones, en que se limitaba a "acoger",
"afirmar", "alentar", "apoyar",
"considerar", "destacar", "encomiar",
"exhortar", "instar", "invitar", "pedir",
"reafirmar", "recordar", "subrayar" y "tomar
nota"; términos que, sin menospreciar las buenas intenciones de los países
asambleístas, tenían más de lírico que de práctico, por lo que debe hacerse
seguimiento a las tareas de la
Oficina de Coordinación y Diálogo, para superar lo
declarativo e ingresar en el terreno de lo realmente resolutivo y sustancial.
Link:
(*) Ex Ministro de Defensa de Perú
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